Ficha técnica:
Título original: Anatomy of a murder
Año: 1959
Duración: 160 min.
País: Estados Unidos
Director: Otto Preminger
Guión: Wendell Mayes (basado en la novela de Robert Traver)
Reparto: James Stewart, Lee Remick, Ben Gazzara, Arthur O´Connell, George C.Scott, Eve Arden, Kathryn Grant, Joseph N.Welch, Duke Ellington.
Género: Drama judicial.
Frederick Manion, un teniente del ejército, asesina a tiros al presunto violador de su mujer. Ella acude al abogado Paul Biegler (James Stewart) para que defienda a su marido. Desde el propio planteamiento de la historia nos encontramos con algo novedoso: al contrario que en la mayoría de películas de este tipo, que pretenden mantener al espectador en vilo hasta el final con inesperados giros argumentales, aquí sabemos desde el principio que el acusado es culpable: ha matado por celos. No hay más. En ningún caso se nos muestra al personaje como un marido enloquecido por una situación que le provocó una “enajenación mental transitoria”, un arrebato tal que lo llevó a cometer el crimen. Sabemos en todo momento que fue un asesinato a “sangre fría”, y no podemos evitar extrañarnos cuando el abogado, un hombre culto, íntegro, sencillo y aparentemente con buenos valores morales, acepta llevar la defensa.
En este caso, como en tantos otros, el dinero es el que tiene la última palabra. El abogado está en “horas bajas” y se ve obligado a aceptar el caso para mejorar su situación económica.
Durante casi dos horas asistimos al desarrollo del juicio, detallándonos rigurosamente las posiciones de la defensa y de la fiscalía, sin conseguir por ello que perdamos atención de cuál será el desenlace final. A medida que avanza la película y sin querer darnos cuenta, los buenos se convierten en los malos y, a pesar de saber que el acusado no merece la absolución, querremos que el fiscal sea derrotado por nuestro abogado protagonista. ¿Qué pasará al final? ¿Conseguirá convencer al Jurado de que el acusado cometió el crimen presa de un “impulso irresistible»?
Tenemos claro que todos tenemos derecho a un juicio justo pero ¿Hablamos realmente de “justicia” cuando se está alegando “locura temporal” de una persona, a sabiendas de que no es así? ¿Todo vale para intentar inclinar la balanza de nuestro lado?
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